Niñez, no hay, crecimiento, tampoco. Nace, vive y muere. En la descomposición eterna. Madurez, no tuvo, tal vez, muy temprana. Tristeza y felicidad, combinación de cosas que uno diría que son incombinables. Sin una la otra no existe. Viven en el inframundo de un deseo vago por desaparecer. Inexistencia existente.
Se prende, se apaga, ¿Por qué? Por que esta apagado, y luego, por el simple hecho de no querer opacar al resto.
Nostalgia, como gotas de lluvia, en el ojo de la tormenta que no llega a destino. Se moja, se apaga. Felicidad y tristeza, o tal vez al revés. Parado sobre el techo, pero ¿Quién dijo que el techo esta arriba y el suelo abajo? Si uno puede subir abajo y bajar arriba. Incoherencia coherente. Al modo de mirar las cosas. Piensa y existe. Desaparece la verdad inverosímil.
Habitación, vacía y ocupada a su vez, vacía de deseo y fervor, ¿Quién la ocupa? Un deseo que quiere desaparecer, a la luz de la noche o en la oscuridad del día.
Destellante resplandor, entra por la ventana. Ciego en un rincón, la luz atrapante lo lleva hacia ese lugar. Inexistente en un mundo de paralelismo absurdo que aun no existe dentro de la razón irracional que se esconde dentro, o tal vez, muy dentro del ser mundano y ambicioso que habita.
Corazón apagado, por el triste lugar que ve a su alrededor. Lleno, cargado y también, desocupado. Intenciones que uno podría catalogar como buenas, o tal vez, malas… Cansado de existir en un vacío ideológico donde solo importa una cosa. ¿Cuál? La respuesta no esta, por lo menos no con claridad. Sumatoria de cosas sustanciales que hacen feliz a la infelicidad que se carga por dentro.
Superficial, por fuera vive, se encuentra, se va, nada más que eso. Necesita mirar mas aya del ser. Por dentro muere de ausencia existencial, en un sinfín de apagones violentos.
Finalmente ¿Qué queda? Nada, vacío, dolor, ganas ¿De qué? De dejar de existir en una realidad asquerosa. Llena de basura substancial que solo quema por dentro.
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