Papel

Blanco, lo usan, lo tiran, lo guardan. Líneas recorren su cuerpo, a veces no. Lo agujerean, le ponen cadenas, lo encierra, en un insulso portador.

Siembra, nace, crece. Abajo, lo vuelcan en el piso, lo torturan, lo matan. Pasa por miles de maquinas, donde solo encuentra sufrimiento. Lo atan, a una vida en la cual ni puede ser golpeada por el viento.

Punzante sobre él, se mancha, se lastima. Sangra, en cierto modo, negro, azul, rojo, pero nunca blanco, como él quisiera. Vacío, eso busca, vacío entre sus líneas, pero al verse, no lo encuentra. Manchado, por la tinta que chorrea, entre su cuerpo, ahora obsoleto, estático e inamovible.

Es simple, cualquiera puede conseguirlo, en cualquier lugar, seguro en este momento, usted tiene un pedazo en su bolsillo, yo puedo decir que lo tengo. De hecho en este preciso momento se esta manchando, exactamente, de negro, deja el vacío que anhela. Sin importar el costo que eso imprime, y aun a conciencia a nadie le importa.

¿Y en que termina? Obviedad, hecho un bollo, quemado, cortado y un sinfín de cosas que lo pueden lastimar un poquito mas de lo que ya fue lastimado. Pero siempre hay algo peor, por lo menos para él, el reciclaje, mayor tortura, vuelve a ser blanco, esperanza muerta, donde solo se lo volverá a usar como si nunca hubiera tenido vida.

Pegado en las paredes, tirado en los suelos, regado por toda la ciudad. En mis bolsillos, seguramente en los de usted también, en cuadernos, en librerías, en campos, en selvas, llenos de ellos, pero ¿Qué es? Simple, un pedazo de papel al que nadie le da importancia.